VIII.- CONCLUSIÓN.-

El abuso de menores y la negligencia son tragedias, pero pueden ser corregidos. Ore con fervor por los niños que usted evangeliza, no importa cuán temporal o transitorio es su contacto con ellos. Sus oraciones formarán la base de una actitud sincera hacia ellos que tendrá una relación directa con la profundidad de la interrelación que ustedes puedan establecer. El papel ministerial que desempeñe en la solución de este problema depende directamente del grado de confianza que los niños le tengan, y esto requiere de una amistad sincera con ellos.

Como obrero de niños, usted debe tener ahora un conocimiento más amplio sobre el origen del abuso de menores y sobre los diferentes tipos de abuso. El ser consciente de las señales que presentan los probables casos de abuso de menores les ayudará a implementar las acciones correctivas necesarias en el momento adecuado. Quizás usted sienta la necesidad de enseñar ocasionalmente algunos consejos a los niños en el ámbito de su ministerio para ayudarlos a prevenir el abuso que este mundo tantas veces los obliga a sufrir.

Esté dispuesto para ayudar a niños agredidos que estén bajo su cuidado, pidiendo al Señor que le dé sabiduría y fuerza para asistirlos en forma apropiada. ¡Sea positivo! La mayoría de la gente desesperanzada quiere hacer que otros se sientan como ellos, tanto para justificar su condición como para verse acompañados en su problema. No espermita a sí mismo convertirse en parte del problema. Enfatice el poder de Dios como medio de vencer todos los malos sentimientos. Subraye su deseo de que todos vivan gozosa y victoriosamente en Él.

Recuerde que los que maltratan a los menores fueron clasificados por Cristo como candidatos para que se les colgase al cuello una piedra de molino de asno, y se les hundiese en lo profundo del mar (mateo 18:6). ¿Confiaremos que Dios sanará los pequeñitos agredidos y guiará al verdadero arrepentimiento y a la salvación a los agresores?

Puede ser que Dios lo esté llamando para que usted lo honre a través de la restauración de la vida y espíritu de los niños que están sufriendo.
Usted puede impactar a familias enteras y (si el Señor demorare en venir), también a generaciones futuras. Pida al Señor que lo guíe.