V.- PASOS CORRECTIVOS PARA TRATAR CASOS DONDE SE SOSPECHA EL ABUSO DE MENORES.-

Es responsabilidad del cristiano prevenir y aliviar el abuso de menores cuando está a su alcance hacerlo. La injusticia aflige a Dios, sobre todo cuando se trata de personas indefensas. Su Palabra muestra la compasión que los creyentes deben tener hacia los indefensos (Job. 31:16-23: Mateo 9:36; Hebreos 13:3)

Muchas veces los niños que viven en un mundo donde son agredidos toman mucho aprecio a los cristianos. El pastor, el maestro de la escuela dominical, o el vecino cristiano, pueden ser los únicos adultos quienes el niño puede recurrir para buscar ayuda. Usted puede ser el único recurso al alcance de un niño víctima de negligencia o de abusos.

Dios quiere que los niños víctimas de abuso, sus familias, y los ofensores sean restaurados. Los cristianos pueden y deben ser parte del proceso de restauración.

Los siguientes consejos pueden ayudar al obrero cristiano de niños a manejar los casos donde se sospecha el abuso de menores:

1.- La sospecha de que un niño está siendo víctima de abusos es exactamente eso: una sospecha. No se apresure a juzgar, ni se considere un experto en detectar tales casos. Muchas características de los casos donde se sospecha el abuso de menores pueden presentarse debido a circunstancias temporales en la vida de un niño y no tienen nada que ver con estos tipos de abuso o negligencia. A menos que el niño esté en peligro físico inmediato que amenace su seguridad personal, es preferible mantener el supuesto abuso en la lista de “casos sospechosos”.

2.- El abuso de menores y la negligencia son asuntos confidenciales. El menor número de personas posibles debe estar informado y/o participar en el tratamiento de cualquier caso específico. Perder la confianza de la víctima por revelar innecesariamente su caso puede causar un daño irreparable. Sin embargo, se debe tener en consideración que algunos países requieren que las personas que trabajan con menores informen la sospecha de abuso o negligencia a las autoridades legales.

3.- No actúe por sí solo. Si un niño le confía un dolor muy hondo, pídale su permiso para compartir eso con un líder cristiano responsable como el pastor o un consejero cristiano. Tenga presente que cualquier acción iniciada a través de un ministerio cristiano para niños tendrá implicaciones directas sobre la iglesia local. El pastor debe estar informado de la situación. Demore cualquier decisión o acción al respecto hasta que se tenga un panorama claro de la situación, con la ayuda de un profesional, si es posible.

4.- Busque apoyo. Es la tendencia natural de algunos padres de niños víctimas de abuso sexual el querer mantener esto en secreto dentro de la familia, y depender exclusivamente de ellos mismos para solucionar el problema. Debido a diferencias en la crianza respecto de la sexualidad, muchas personas se sienten muy incómodas hablando del abuso sexual del cual ha sido víctima su niño. Busque el consejo de aquellos a quienes Dios ha llamado a ser maestros profesionales para ayudar a la familia.

5.- Sea amigo de los niños que están a su cuidado. Esté disponible para ellos. Escuche cuidadosamente lo que expresan. De esta forma, usted les demuestra que lo que dicen es importante. Evite tratar de solucionar a la ligera los problemas que los niños presentan, o de hacer comentarios que nieguen los hechos.

6.- Crea al niño. La experiencia ha demostrado que pocas veces los niños mienten sobre el abuso sexual. A menudo están bajo amenaza de venganza si hablan y quizás no se arriesguen a contar la historia dos veces.

7.- No defienda al agresor haciendo comentarios como “ese es tu abuelo, no digas cosas así de él”. En lugar de eso diga: “lo que él te hizo, no estuvo bien”.

8.- Cuando está escuchando el relato de un niño sobre su experiencia de abuso, trate de ser lo más informal posible. No muestre choque, repugnancia, enojo, miedo o cualquier emoción extrema. El niño podría pensar que estas emociones van dirigidas a él. El le dará información en la medida que usted no lo rechace como resultado.

9.- No es su culpa, ni tampoco ha hecho algo malo por ser la víctima o por haber reportado el abuso. Reafirme y apoye al niño agredido con las palabras “no es culpa tuya”.

10.- Generalmente, las confrontaciones y acusaciones sirven solamente para empeorar la situación y aumentar el dolor. La meta principal debe ser ayudar al niño.

11.- Ayudar al niño a entender la razón del abuso es importante, ya que el problema es del agresor y no de la víctima.

12.- Si usted está en una situación en que no hay obligación legal, ni se dispone de asistencia ni de ayuda profesional, siga los siguientes consejos:

a.- Haga cuanto pueda para prevenir al niño que sea blanco del agresor. Analice sus necesidades de seguridad, y hágale saber que él tiene derecho a estar seguro.

b.- Mantenga la clama y muestre su amor sincero y su deseo de ayudar.

c.- Ayude al niño a entender que el agresor es la persona que está equivocada, no el niño.

d.- Responda en términos que el niño pueda entender. El niño puede utilizar un lenguaje gráfico y vulgar que puede avergonzarlo a usted, o utilizar abstracciones (tales como “eso” o “cosa”). Trate de clarificar, lo más suave y cariñosamente posible, información importante que le pueda parecer confusa.

e.- Escuche de manera reflexiva, repitiendo con sus propias palabras lo que usted cree que el niño le ha comunicado. (Por ejemplo: “Parece que esa era una situación muy peligrosa para ti”, o ¿quieres decir que quizá tu madre no vaya a entender?)

f.- deje que el niño exprese su tristeza y dolor emocional. El llorar, el hablar, y el cuestionar son parte del proceso de sanidad. En la medida que el niño crece y experimenta distintas etapas de la vida, es probable que muchos problemas reaparezcan, y hay que tratarlos.

Recuerde que la sanidad nunca será completa sin el perdón. Este es la llave que abre la prisión de oscuridad en la mente. El verdadero perdón, aceptado por Dios y dado por el niño (en su corazón, y no siempre en forma directa) a aquellos que lo han herido y que han abusado de él, puede romper el ciclo de depresión y desesperación. El no perdonar afectará la personalidad del niño, su relación con los demás, y su relación con Dios. Es importante que un niño entienda que el perdonar a los demás no significa asumir responsabilidad alguna de cambiar el comportamiento de ellos